Me encontré hoy, una agenda

Me encontré hoy, una agenda del año 2.008; la abrí al azar y estoy en la página 3 de agosto, jueves; al final de la página derecha, se lee: El valor muchas veces no es más que el efecto de un grandísimo miedo. Y eso es lo que tengo yo ahora por intentar escribir, algo que aún no he decidido; siempre he oído decir: antes de dar el primer paso, piensa a donde vas, donde pones el pie y en que dirección, pero, ciego y sordo, voy a salir sin mirar ni saber a donde voy; hoy soy aventurero.
Abro mi agenda, miro varias páginas y leo fechas, muchas fechas, y rayas, muchas rayas, solo al final leo frases de hombres y mujeres celebres por sus letras, por sus sentencias, y por su sabiduría derramada al final de cada página. Me desconsuela verlas desamparadas sin nadie que las lea, que las lleve a ese otro mundo donde las letra se hacen palabras, las palabras libros, y los libros poesías en el aire.
Paso a otra página y lo mismo, fechas y rayas vacías de letras, llenas de nada, mucho silencio, y al final de cada página, esas frases preciosas perdidas en la última línea de una página, en una agenda que tenía arrimada en un rincón de mi casa. Que tristeza me embargó, me levanté y salí al patio, pero mis flores calladas me miraron,  y sin palabras me invitaron a entrar en casa; pasé ante el espejo  de la sala y al verme reflejado en él comprendí que el silencio vale más que mil palabras cuando éstas están impresas a una página que no se abre, y que culpa no es de ellas, sino de su dueño que las guarda sin darles vida haciéndolas volar de boca en  boca, y de mente en mente. O asiéndolas de la mano levantarlas, y hacerlas visibles en una página cada mañana, como si amaneciera en un horizonte próximo a la almohada; hablando no se está solo, leyendo tampoco, y escribiendo menos.
Deja ver si alguien lee esta página, para que no vuelva a ser lo que era; un muerto en la sala....

Jecego. Reencontrada nuevamente hoy. Sábado 20 de enero del 18.

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