Sentado bajo un drago
milenario
veo pasar mi tiempo octogenario,
se miran como si nada pasara
y está pasando mi vida
abrigada
en mi tiempo, en sus última
pasadas.
Veo mis días temblando de
frío,
abrazados unos a otros casi
helados,
pasar con tristeza vencidos a
mi lado,
huyendo de aquellas palabras
que fueron
fuente de valentía, esperanza
y halagos.
Elegí al drago como
sombrilla,
porque su sombra es muy larga
en el tiempo,
y durará más sobre mi cuerpo
octogenario
que libre volando en alas
azules del viento;
y quiero que mi memoria dure
muchos años,
no en cuerpo y alma como
ahora
sino en las letras de mis
poemas, su sangre,
a la sombra de mi insignia,
el drago.
Jecego. 15/11/17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario