Te miré a los ojos
cuando aún me mirabas;
cerré los míos
y los tuyos se cerraron;
nos abrazamos
y sin decir palabras
nos quisimos en aquel silencio
que tu y yo habíamos creado.
La luna se fue a dormir
el sol vino a nuestro encuentro,
cantaron los pájaros
se movieron las hojas del almendro,
y entre sus ramas apareció el sol
con su alborada ardiendo;
y envueltos en aquellas nubes
de colores inmensos,
cerramos de nuevo los ojos
y sin pensarlo un momento,
empezamos a desenhebrar
aquellas nubes que nos habian cubierto.
Ya desnudos de nubes coloreadas
nuestros cuerpos gentiles se unieron,
entre cantares de pájaros
y caricias del viento;
y volvió de nuevo la noche
que nos cubrió con su manto negro;
nos acompañaron las estrella
ente las ramas de los almendros,
que envidiosas se asomaban
para ver fundidos nuestros cuerpos.
Jecego.
2 comentarios:
La luna se se recuesta en la estrella de tus sueños y te dejas llevar por el fluir de tus versos.
Un beso.
Amiga María; tu visita y comentario, era todo lo faltaba para hacer la noche bella.
Un abrzo. Jecego.
Publicar un comentario