Memoria de una mañana contigo.


                                                  Amanecer en el Valle de Güimar.

Las plantas lloran de sed.

Por la tierra llana, las rampas y escaleras
de piedras plana sobre el suelo, caminamos,
mirando las ciruelas, los duraznos y las parras
muy mermadas por el cálido viento del verano.

En un momento llegó la nube gris que iba de paso
con su alisio de la mano cambiando el paisaje,
todo se volvió oscuro, húmedo y fresco
parecía bueno para las plantas tan sedientas;
pero se fueron de largo y de pena se quedan llorando
y esperan otra ocasión para mitigar su sed de agua. 

Jecego.

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