Dos flores: 23/03/09. Jecego.
Una rosa y un jazmín discutían
quién tenía la flor más hermosa:
un jilguero que escuchaba, decía:
¿porque esa porfía, entre flores,
si las dos son preciosas?.
El jilguero hacía su análisis.
Me gustan las rosas por sus colores
su perfume también es bueno,
pero el jazmín más humilde en pétalos
llena mi pecho hasta su límite
con su delicado perfume de cielo.
Seguían discutiendo las flores
haciendo alarde de sus cualidades,
la rosa hacía gala de sus pétalos
y también de sus colores hermosos
que ocupan tantos altares.
Por lo que el jazmin:
argumentando múltiples razones,
hacia añicos las palabras de la rosa,
criticando que siendo tan hermosa,
porqué se refugiaba en los altares;
pidiendo a los santos, verde para sus hojas,
sangre para los pétalos que le adornan,
espinas para los tallos que la elevan
y sueños para ser bella a todas horas;
mientras, el jilguero callaba.
Y el jazmin contabilizando sus caudales,
ofrece: un perfume que embriaga al hombre,
unos pétalos que enamoran a la mujer,
y la humildad que les abraza y los une,
entre sus brazos sin espinas como edén.
Mientras, el jilguero callaba sigiloso,
acurrucado en su nido, sin perfil,
calentaba los huevos que serán sus hijos,
hecho en las ramas del jazmín.
Jecego.
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