Güimar desde las alturas.

Güimar desde las alturas.

Yo miro a mi pueblo desde arriba
porque veo el atlántico azul, y sus playas,
de espuma que acaricia su orilla:
de callaos y rocas volcánicas;
y la montaña grande que esconde
el barrio del Socorro, y su playa.

Me gusta mi pueblo: porque la naturaleza me abraza,
y en él encuentro todo lo que necesito;
lo que embriaga mi alma
una aurora temprana,
un campo verde esmeralda
y una familia que me ama.

Me gusta mi pueblo porque el sol
cuando raya el horizonte,
le da a las nubes el rol
de museo, de dimensión enorme;
dando formas hermosas e informes
que a la imaginación desborda,
cuando en mi retina se dibujan
los colores, de esas imágenes gaseosas.

Me gusta ver mi pueblo desde las dehesas
porque allí abajo, tengo todos mis amores:
unos, en sus hogares en cuerpo y alma,
otros, en espíritu, en el camposanto;
estos últimos desorientados, sin cipreses,
que algún desalmado, los ha cortado;
porque no pensó que el también morirá
y no tendrá la compañía de los cipreses, sus soldados.

Me encanta mi pueblo porque la vida sigue
aunque no supere el recuerdo de la tormenta,
que ya muchos, no tienen en cuenta,
ni la suerte que le persigue;
porque mirando al horizonte consiguen
lo que la suerte les niega.

Me gusta el amanecer, cuando Venus se despide,
me parece un hada que me dice: mañana volveré;
y el sol en el horizonte, rompe la oscura noche,
y en un momento, llega del monte a la mar,
con su luz y calor, dando vida a todo ser,
que habite en mi pueblo, y ocupe su lugar.

Jecego.

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