Fuí al monte por manzanas.



Fui al monte por manzanas.


Entre multitud de manzanos
no pude coger nada,
porque la mosca había picado
toda su piel sana;
haciendo en mi fruta unas cribas
que su rostro afeaba.

¡Lo que marca el tiempo!;
en primavera, era un vergel primoroso
con sus flores, blancas y rojas,
dilataban los ojos gozosos;
ahora su fruto herido por la mosca
muestra herido su rostro.

La fruta como la mujer
lleva la suerte en su cara,
cuando más hermosa es
más le persigue la plaga;
y es presa de ésta,
si no cubre su cáscara;
cuando ya ha sido picada,
lleva dentro su larva;
que enferma su corazón
y será imposible curarla.

Cuando madure su carne
por cicatrices surcadas,
no será del apetito
de otra persona amada;
porque el túnel que la atraviesa
y esconde sus larva,
no es grato para los ojos
ni tampoco su sabor agrada.

Los frutos hay que cuidarlos
manteniendo la mosca a raya,
porque cuando pica la mosca
queda la fruta marcada.

Jecego.

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