Una niña presumida.

Una niña presumida.

Quiso hablar de amor
una niña presumida,
porque había sentido el rubor
de palabras aprendidas.

Su madre quiso explicarle
la verdad de la vida,
pero ella no quiso escuchar
lo que su madre decía.
Y se lanzó a la aventura
buscando el amor de su vida.

Su madre consternada
llorando a lágrima viva,
trataba de convencerla
de que el amor es mentira:
cuando manda el corazón
sin razones ni experiencia,
hay que cultivar la razón
antes que abrir la piernas

El sexo no es amor
aunque el amor lleva al sexo:
ahora se llama amor a una cita de teléfono,
a unas palabras o a un encuentro,
y solo por vaciar lo que se lleva dentro
se recurre a la palabra amor.

Hoy esa palabra no tiene sentido
porque su pronunciación es hueca;
se usa para coger las tetas
a la pareja de turno;
luego a la cama o a la cueva
o al coche al desnudo:
luego, hasta otro día
que te llamare por teléfono,
y mientras no aparezca otra pareja
volveré a tu encuentro.

Ya no hay amor
esa palabra es mentira,
y así acabarán por vida
haciendo sexo sin amor.

Jecego.

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