Furia y otras

Furia. Lunes 07/01/08.

La campana puso
tanto ardor en su batalla,
que el badajo del sacristán nuevo
se vio apurado al tocarla;
imprimió tanta fuerza al movimiento
para avivar la brasa,
que al termino de la tormenta
quedó sin sonido la campana.

Jecego.

El sacristán y la campana. Noviembre.

Cada año antes de navidad
practican las campanadas,
la llaman “de los inocentes”
por la pasión en tocarlas;
no tocan a fuego
ni a misa ni nada,
solo tocan por ellos
mientras dure la llama;
entre el badajo reciente
y la vieja campana.

Jecego.


Todo en mi es poesía.

Todo en mi es poesía
hable, cante, o llore:
cuando hablo, las flores me hacen coro
si canto, los pájaros compañía
si lloro, mis lágrimas me sonríen.

Jecego.


Los ojos de la fiera. 06/01/08.

Vi como brillaban de cólera
los ojos de una fiera mansa,
cuando su madre le daba
consejos de templanza;
y que ella rechazaba
con mirada que quemaba.
Hay fieras que confunden
la educación con la ignorancia,
y se sienten poderosas
enseñando sus garras;
único recurso de la fiera
que no entiende de templanza.

Se estiraban sus pestañas
su boca hacía muecas raras,
de sus ojos salía el fuego
que calentaba la sala;
su rugido en tumulto de gestos
expresiones calladas que suenan en silencio
forma clara para evadir la mirada
del objeto presente en su pecho.

Todos reunidos celebraban
cumpleaños de sus padres viejos,
pero su cara de pocos amigos
en vez de amor expresaba miedo;
ofreciendo una imagen distinta
a la reunión creada en aquel momento.

Mostrando alterada la imagen de su cara
a sus vecinos con nombres concretos,
producto de la presión anímica
que guarda oculta en su seno;
trataba de dar sentido formal al silencio
del veneno que lleva oculto en su cuerpo.

Jecego.

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