Una primavera en abril.

Desde las Dehesas
yo miro a mi hogar,
y lanzo un mensaje al viento
por si me lo quiere llevar;
a una señora que espera
con amor, una señal.

Siento una paz infinita
entre tanta naturaleza en ciernes,
entre tantas plantas verdes
y miles de flores bonitas.

Siento el mundo a mí alrededor
y a la naturaleza dentro de mi,
siento del mundo su resplandor
y entre las flores mi vivir;
siento tu cuerpo junto al mío
y tu vida dentro de mí.

Siento que se me acabe la vida
y tener que dejarte aquí,
pero deseo que tu te quedes
para hablarte desde allí;
porque se que cuidarás el huerto
que te he dejado aquí.

El día que yo me vaya
te dejaré un paraíso
con tantos recuerdos hermosos
donde incluyo nuestros hijos;
nada ni nadie podrá imitar
nuestro mundo infinito,
tus hijos, tus nueras y nietos
endulzarán tu camino,
para que no pases días amargos
cuando yo me haya ido.

Y sentirás una paz infinita
entre tanta naturaleza en ciernes,
entre tantas flores bonitas
acompañada de nuestras gentes.

Jecego.

Si recoges lo que he sembrado, seguro que me contarás historias hermosas.

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