Montaña grande de Güímar.

Todos conocemos y admiramos
tu cara güimarera,
con la que miras a la cumbre
y al Pico Cho Marcial que se eleva;
de las Dehesas hacia el cielo
buscando en él, una nube blanca
para hacerte un manto que cubra
tu superficie total de arena.

Y así vestida de novia
como frágil azucena,
cubierta de nubes tu cuerpo
te elevas, te elevas y te elevas;
y los güimareros te cantan el estribillo
aquel, que dice:
"niña" cuando la montaña
se cubre con su manto
no vayas por hierba al campo
seguro que lloverá a cántaros
y pude mojar tu refajo.

Y su otra cara, la marinera
la que mira al Mal país,
al atlántico y al horizonte
es muy feliz viendo a sus pies:
a sus hijos vegetales y pétreos
como monumentos en su suelo,
que erectos, en silencio miran al cielo
y se inclinan sobre el mar océano.

Son las dos caras de nuestra montaña
la más hermosa de nuestro Valle;
con una mira al monte
y con la otra al mar abierto;
no se pierde nada de nada
siempre con temple sereno,
cuidando de sus hijos:
los humanos,
los vegetales
y los pétreos.

Jecego.

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