Mi
tierra güímarera.
Empezamos
un agosto calentito
la
sombra de los riscos, no nos alcanza,
el
aire que nos llega está caliente
en
poquito, se nos seca la garganta.
Pedimos
agua, nos dan vino y tomamos
a
sorbos muy rápidos, sin “arripiarnos”
quitamos
el calor al instante,
sentimos
un fresquito agradable,
y
pedimos otro vaso, por favor.
Parece
que Cho Marcial se acerca,
sentimos
su sombra al instante,
ese
vinito de la dehesa hace el milagro
de
sentir fresco en tu piel caliente
por
la sensación del alcohol al evaporarse.
Oímos
el rumor del viento en los riscos
sentimos
bajar el fresco a aliviarnos;
olemos
el vino blanco en la sombra
de
un bidón de mil litros, a nuestro lado
y
del calor, nos olvidamos, jajaja
y
váyase el calor a otro lado.
Jecego.
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