Conoce la piedra a la ola, y
no se quita,
deja que rompa su furia en su
cara;
como espuma es más
domesticable
y convierte su rabia en
caricia;
se hace alisio su masa,
sus ramas tentadoras, agua
calida,
suave masaje sus movimientos,
y susurro muy cariñoso sus
ramas;
luego canta una música de
ensueño
que solo las rocas conocen,
y queda dormida en su colchón
de arena
hasta que un nuevo día
despierta
en un paraíso que desconoce;
se hace viento y vuela
en otro viento,
con otro viento,
y solo su memoria queda,
dormida en el tiempo, con su
alisio.
Quizá porque tenía frío fuera
del agua
o porque se le terminó su
tiempo en la playa.
Jecego. Miércoles 10 de enero
del 18.
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