Desde su corazón una rosa compartía
su aroma
que había arrancado a la
tierra, el agua, y la luz
y transformado en esencia,
con mucha paciencia
más allá de la noche hasta
hacerse esa luna
que encanta en su lenguaje
de amor y vida.
Oh rosa, primorosa flor,
don de la hermosura;
deja que un beso mío se
pose en tus pétalos,
que tu aroma invada mis
pulmones
y quede en mi boca
ese sabor a tierra, agua,
sol y luna..
Oh, rosa roja, roja rosa,
tiñe mi sangre ahora pálida,
a roja,
hazla hemoglobina roja,
roja,
del color de tus pétalos
con tu aroma.
Jecego.
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