Anoche,
como cada noche tuve un
sueño,
soñé que con mi boca te devoraba
hasta tus huesos que eran de
lava,
y quemaste mis labios que
lloraron;
fueron mis lágrimas las
que apagaron
aquel fuego de tu lava;
ardió mi sueño,
olvidé lo que soñaba, y
convertí en ceniza
mi sueño de lobo, que te devoraba;
todo se acaba,
porque todo acaba en la
vida;
el tiempo no perdona y se
para cuando quiere
en un rincón sin luz,
buscando la noche;
me desperté bailando entre
las nubes
que rompieron la noche
esta mañana;
y me di cuenta que había
soñado y seguía;
despedí la noche dando
gracias a Dios
por haberme regalado la
luz de un nuevo día,
me miré en la aurora y despierto aprendí
que el lobo era yo, que mordía la almohada.
me miré en la aurora y despierto aprendí
que el lobo era yo, que mordía la almohada.
Jecego.
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