Despiértame otra vez.
Un poco más allá de la memoria
y más acá del silencio habitaba un hada,
que cada mañana iba a un arroyo cercano
a mirarse en sus aguas;
pero un día se acercó tanto a su superficie,
que se movió el agua;
y se vio fea y arrugada,
ondulada su cara;
su cabellera parecían olas
y sus labios de rubíes, figuras de nacar,
púsose en pie, y vio
como su cuerpo se doblaba,
y creyendo que era un sueño
gritaba fuera del agua;
pedía a su dios le despertara
de aquella visión que creía sueño;
su grito le despertó de aquella angustia
cuando ya el agua del lago estaba quieta,
de nuevo era un espejo, y se miraba
y tímidamente dijo a las tranquilas aguas;
“despiértame otra vez”
cuando vuelva a mover tus agua,
no quiero dejar de ser un hada,
ya aprendí que “hada” solo es un sueño,
una fantasía de las que se siente guapas,
y se pierde, cuando el espejo, habla…
Jecego. Miércoles 15 de febrero del 17.
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