Preciosa mía, mi sol secreto,
como en una cálida noche
de verano
bajo un cielo plagado de
estrellas,
mis ojos te buscan entre
todas ellas
para darte el más furtivo y
cálido beso,
en la eternidad del su
ausencia;
y de esa oscuridad
profunda
donde habitan los
sentimientos,
salen tus labios a mi
encuentro y funden;
todo se hace silencio y
lloran
las estrellas que no
tuvieron la suerte tuya
de encontrarte conmigo
mientras miraba al cielo.
Preciosa, nada hay más
bello en ese cielo,
nada que su tibieza se
convierte en un sueño,
nada tan grande como tú,
nada que con un beso cree
una vida,
un sol, un cielo, además
del nido
donde guardabas esperándome
tu beso.
Jecego.
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