Como el viento libre que acariciaba al mundo
fui, hasta que tú, roca intrusa,
rompiste mi libertad preciosa,
y me abrazaste herido a tu pradera,
sumido al verde pasto de tu vestido.
No te preocupó mi destino,
sin pensarlo cortaste mis alas,
me quedé sin vuelo, y en tus brazos,
encontré otro sueño que no pensaba;
ahora, aturdido: sueño, pienso y pido
dar unos pasos más en mi vuelo a tu destino,
en parte modificado por una palabra tuya
y fortalecido fuertemente, por el silencio mío.
Pero, mejor
nos quedamos aquí y haremos
nuestro nido
entre la hierba verde y el viento frío,
a la sombra de la roca que me rompió
y el alisio fresco de tu cobijo…..
Jecego. Viernes 16 de septiembre del 16.
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