El amor vuelve dioses a los enamorados

      

    Imagínate una foto de una pareja.


Transcurría el mes de Diciembre, en un lugar preferente de Canarias, a 18 grados de temperatura media, con vientos alisios que acariciaban su piel a 1.318 metros de altura; se encontraron al medio-día bajo un castaño dos enamorados; sobre las hojas secas pero suaves por la humedad del aire, tendieron  sus mantas; sus cuerpos se fueron acomodando poco a poco sobre el frágil suelo de las hojas. Acomodados en ese nido dentro del paraíso que les rodeaba,  trenzaron algunas palabras, pero el ambiente les fue envolviendo poco a poco hasta sumirlos en una atmósfera de dioses. La música del suave viento y el canto de algún pájaro en las ramas, les ayudaba a sumergirse en un sueño de éxtasis profundo; luego comenzaron a escribir su sueño en la piel de sus cuerpos, ávidos de historias largas .....

El amor hace crecer la intimidad entre las personas
rompen su unicidad, las funden, las despersonifica,
haciendo que cada una sea parte de la otra
hasta olvidar la gracia de Dios que nos hizo únicas. 

Comenzó la historia modelando sus cuerpos
creando una imagen semejante a sus sueños,
su lenguaje apenas perceptible, vencía su aliento
que escapaba a ritmo cardíaco, convertido en besos;

así deshicieron la armonía que tenían sus cuerpos
en un abrazo interminable que fundió un cuerpo en el otro,
hasta ocultar aquellas figuras que antes fueron dos
ahora solo una en este tiempo que evaporan sus bocas.

La tarde empieza a despedirse entre nubes grises
de  aquellos seres entre sí enamorados,
se evapora la nube de ensueño que les envolvía
y llega la noche que guardará su secreto entrañable...

Jecego.