Este joven (Yo) que salió de Güimar, Isla de Tenerife, con dirección a Sidi Ifni, con escala en la Isla de Las Palmas de Gran Canarias. Allí ingresó en el acuartelamiento de Tiradores de Ifni num. 1.. En el cuartel-convento de San Francisco. Oficina en las Alcarabaneras. Estaba de jefe el Sargento Muley. Fecha, Mes de Abril del 53......
Días después embarcamos todos, unos 1600 reclutas en total, en un barco llamado Contramaestre Casado, que por su lentitud, yo le cambié el nombre por "Contramaestre Cansado", (Había un barco de vela (el blanca paloma) que hacia de correo que llegaba en un día y dos noches).
Nosotros tardamos cuatro días en llegar a las costas de Sidi Ifni, (en la mañana del día 23 de Abril del 53) No existían muelles. Empezamos a bajar por escalas hasta otros barcos de remos llamados "carabos", que nos transportaba a la playa hasta que encallaban en la arena; desde allí, agarrados a sogas, caminábamos hasta la orilla. Había que agarrarse fuertemente a la escala "soga" para que la corriente que quitaba la arena de los pies no nos arrastrara mar adentro.
Por la tarde, el mar se puso malo y se suspendió el desembarco; tardaron 7 días para que el mar mejorara y desembarcáramos el resto; el 30 de Abril baje yo, era el último turno).
Llegamos a la playa al medio día; nada más estar formados en fila india empezaron los peluqueros a afeitarnos de cabeza a pies y "sulfatarnos con insecticida en polvo" para quitarnos los insectos que habíamos cogido en el barco durante los 11 días que estuvimos en la bodega, más negros que tusos del polvo del carbón acumulado en el suelo; dormíamos en colchonetas sin camas, el barco era de carga de carbón en bruto, y la carga que llevaba solo era nosotros y comida para la reserva. (Creo que no pensaron en la lentitud del barco a causa de una avería), y por ello la comida se hizo escasa..
El barco como dije al principio se llamaba "Contramaestre Casado", era un carbonero, no tenía ningún camarote; la bodega estaba dividida en dos parte por el conducto por donde pasaba el eje de la hélice de más dos metros y medio de altura, en su parte más alta se había colocado un bidón de 200 litros como basurero al que había que acceder por una escalera metálica.
A uno y otro lado del conducto estábamos separados los reclutas que venían de la península y los canarios recién embarcados. A los cuatro días de navegación desde Las Palmas, llegamos frente a la tierra prometida, (África)
Apenas llegar empezaron a bajar los primeros reclutas; luego el mar empeoró y se suspendió el desembarco durante 7 días. (Yo fui del grupo que se quedó a la espera de que mejorase el mar). En los once días solo vimos el sol a través de la escotilla del buque.
Al segundo día de estar frente a la playa de Sidi Ifni esperando a que el mar se aliara con nosotros, se empezó a racionar la comida; un desayuno de café con leche y un "chusco" pan; almuerzo, rancho y un pan; cena rancho o tortilla y un pan, (además de un plátano de postre) Ellos, los oficiales y marineros conocían bien aquellas aguas y por ello empezaron a racionar los alimentos, sabían del cambio del mar con los cambios de la luna. (siete días) Así, hasta los once días, (4 de viaje y 7 de espera) que duró el desembarco, nunca nos faltó la comida ni el agua; (aunque racionada) en realidad no nos faltaba nada de lo imprescindible, salvo salir de aquel encierro más mareado que un borracho. (El agua no era de nuestro agrado, pero dentro de aquel sarcófago de hierro había que hidratarse, nuestros superiores también nos advertían de su necesidad).
Una formula para no pensar.
Mientras estuvimos dentro del barco nos divertíamos diciéndonos y haciéndonos "puñetadas"
El grupo de compañeros peninsulares, gallegos, madrileños, andaluces y asturianos, cantaban desde un lado, desde el otro los canarios; habia algunos andaluces que cantaban lo suyo y nosotros le gritábamos: (por favor, no lloren más, le regalamos el pan para que se callen) ; ellos nos tiraban los plátanos del postre para que callaramos nosotros.
La verdad es que compartimos nuestra pobreza con la mayor nobleza e hidalguia.
Despues del desembarco y ya asepticos, nos dirigimos al campamento de barracones de lona y nos repartieron en grupos de 15; en un lugar fuera del campamento; a unos 30 metros estaban las letrinas, (una zanja en el suelo con dos maderos atravesándolas) donde haciamos equilibrios para apuntar dentro de la fosa.
Los cuarteles estaban a 500 metros, eran muy buenos, de bloques y cemento, con duchas, cuartos de baño, botiquín, farmacia, salones de lectura, biblioteca, salas de té, de todo menos mujeres...... Eso fue después, ahora vamos a los barracones donde estrenábamos, nuestro hotel, sacábamos la ropa que nos habían dado en el cuartel, nuestra toalla y el pijama. Lo que nos metió mamá en la maleta se colocaba al fondo para alguna emergencia; allí había que usar la ropa militar.
A las diez de la noche se tocaba silencio, a partir de ese momento ya no se podía oír una voz en el campamento, para nosotros era nuestro primer día de obediencia a una institución como el ejercito; pero una sorpresa rompió el silencio por el grito de un compañero de mi tienda que vio a su lado una pequeña serpiente y no pudo reprimirse; (todos nos alborotamos), llegó el sargento de guardia y preguntó: ¿quien gritó?, todos callamos, ¿quien fué el soldado que gritó? todo siguió en silencio. Entonces se dirigió a un compañero en concreto y dijo: ¿que pasó aquí? y el compañero afectado dijo: ahí debajo de mi colchoneta hay una culebra, el sargento levantó la colchoneta, vió la culebra, sonrió, le echo mano al cuello del ofidio y quiso decir,
¿a esto le tenéis miedo ?, pero la culebrita se revolvió y con su cuerpo le dió en la cara del sargento, él no la soltó, pero todos reimos; el jefe se enfadó y nos ordenó que nos vistieramos y nos puso firmes a saludar a la bandera nacional mientras daba vueltas a nuestro alrrededor. Para nosotros había sido de todo un poco, susto, fiesta, primer castigo y primer acto de solidaridad. Pasada una hora llegó el oficial de guardia, consultó con el sargento la razón por la que estábamos saludando a la bandera a esas horas, intercambiaron sus opiniones y el oficial le pasó la mano sobre los hombros de suboficial y le dijo algo (seguramente, ¿usted no se hubiera reído?) y se fue; luego el sargento se acercó a nosotros y nos levantó el castigo.
Nos fuimos a acostar y desde la puerta de la cabaña nos dijo: por la noche tambien se oyen unos alaridos de perros, pero no son lobos, algo nos quería decir, pero era mejor callar.....
Al día siguiente:
Los reclutas fuimos separados en varios grupos; a las órdenes de varios Sargentos instructores; el grupo se repartió en dos, uno con el Sargento Portillo, gallego; y el otro grupo, a las ódenes del sargento Garzón, asturiano; como ya todos eramos hermanos nos comentábamos "que padre era mejor"; dificil elegir, los dos eran en aquellos momentos nuestros padres y le agradecíamos cuanto nos estaban enseñando; maduramos como hombres y nos acostumbramos a obedecer como hijos (de los de antes) y a respetarnos los unos a los otros. Creo que cada uno tiene muchas historias que contar, pero yo me limitaré a compartir la mía, que ya es mucho.
Cuando ya habiamos aprendido la instrucción militar como la "marcha militar", se nos enseñó a manejar las armas; en aquellos momentos para el aprendizaje, teniamos unos mosquetones Máuser rusos, creo que gastado de varias guerras; primero nos daban una manta y un arma, que teniamos que desarmar y armar de nuevo varias veces en la mañana, (en la tarde, instrucción); al dia siguiente nos daban el mismo arma y nos vendaban los ojos para desarmarla y armarla de nuevo sin ver las piezas, y así conocimos a nuestros amigos los fusile, que brillaban como si fueran nuevos gracias a nuestro trabajo de abrillantadores.
Los artilleros hacían lo mismo con sus ametralladoras.
Conocidas ya nuestras armas y su manejo, nos condujeron al campo de tiro, y cuerpo a tierra practicábamos tiro al blanco, el Sargento Portillo, mi Sargento, era como un águila, parecía que estaba distraído pero no se le escapaba nada. Aquí tuve un tropiezo que me asustó; en mi primer disparo, mi fusil, más gastado que las suelas de mis alpargatas, echó fuego por el cerrojo "cargador" y como le cogí miedo, hice un hoyo en la tierra y quise enterrar las cuatro balas que me quedaban; pero una presión sobre mi espalda, la bota de mi Sargento, y una voz que decía: boticario, (lo de boticario era por que cuando llamaron mi quinta yo trabajaba en una farmacia y esa era mi profesión) (dispara esas balas o te arranco los pelos del bigote uno a uno), me hizo desistir de mi mal pensamiento. Hice lo que el sargento me decía: apuntaba al blanco, pero yo apuntaba y luego cerraba los ojos para evitar la llama, y disparaba; (eso no lo vio él) cuando me ordenó levantar para comprobar los tiros, asombrado (sobre todo yo) comprobamos que había acertado los cinco tiros, carñosamente me puso la mano en el hombro y me dijo: ¿y te querías perder ésto? fuimos buenos compañeros, amigos y soldados.
Siempre nos daban unos minutos de descanso entre una tarea y otra. Fuimos unos buenos soldados y nuestros superiores fueron unos grandes maestros. (Creo que lo segundo hizo lo primero). Durante el periodo de instrucción los dos sargentos se echaban "piropos" de sus tierras, hablaban de sus juventudes y de sus trabajos anteriores, ambos decían tener manadas de ganado, uno de cabras y el otro de ovejas, y discutían sobre cual era la mejor leche.
El grupo de tiradores de Ifni fué un acuartelamiento fabuloso, donde cada soldado era una pieza de una gran empresa al servicio de España. Allí se formaron grandes tiradores que representaron a España en el concurso de mejores tiradores celebrado en Toledo.
Pasada la Jura de Bandera, el 28 de Junio del 53, los soldados veteranos (la quinta anterior) fueron desmovilizados y cada uno de nosotros ocupó su lugar en los acuartelamientos reales, yo pasé a ocupar un puesto en Sanidad por ser Practicante en Medicina y Cirugía, a las ordenes del Capitán médico,el Teniente médico , el álferez médico y del médico especialista en pediatrá Dr. Jaime Chavez, médicos en ejercicio del acuartelamiento. Mis superiores, confiaron en mi trabajo y pasé con ellos una "mili" muy buena ejerciendo mi profesión con respeto y lealtad, y ellos las suyas en un grado superior de conservar la salud..
Yo además tenía tres compañeros que no habián terminado la carrera de Practicante que prestaban los serviios sanitarios; recuerdo el nombre de Miguel Pedraza, (nunca he sabido nada de él) madrileño; otro Practicante gomero, Jose Manuel Fernández Moreno. (que hace años que no le veo; había otro gallego, un tercero de Santa Cruz de Tenerife, Marcelino,con este último tengo una relativa relación, (nos hemos encontrado en algún curso de reciclaje) del gallego nunca más he sabido nada; por aquí anda un compañero de farmacia, Hector Sabina.
Durante esta estancia en el botiquin, subí de peso 14 kilos, de 58 a 72; a base pulpos y tomates fritos además del rancho que comíamos a diario (los pulpos los cogía yo en los charcos con un cesto, en el que colocaba un trozo de plato blanco).
Mi mejor escuela fué el cuartel, lugar que recomiendo a todos los españoles jóvenes, (aunque se que no voy a tener muchos seguidores).
Cerca de mi destino el botiquin, estaba Mayoría, donde servia mi amigo Elias Alonso, natural y vecino de Güimar, paisano de pura sepa., en la actualidad somos vecinos y me ayuda a recordar muchas cosas de las que les estoy escribiendo.
En aquella época todos los soldados se vacunaban antes de jurar bandera. Yo tuve que hacer esa labor; algunos se mareaban antes de que yo llegara con la jeringuilla.
Cada soldado que quería ir a visitar a una dama al "zoco" debía llevar su preservativo y un tubo de blenocol que debia ponerse en la uretra antes del contacto sexual y depues de lavarse.
Eran rigurosos los cuidados de salud, y estaban al servicio del soldado.
Todos los día cualquier soldado que no se sentian bien, al pasar la lista de la noche, solicitaba asistencia médica, y los enfermos que necesitaban control o vigilancia, se quedaban en el botiquín donde habían 20 camas; (yo hice guardia en enfermería hasta que me licencie) los enfermos de cuidado se trasladaban al Hospital del Pueblo y había alguna gravedad se mandaban a Las Palmas en un avión militar que había en el aeropuerto; un Junker, de un solo motor.. Habían otros aviones Heinkel.
Los que se quedaban en el botiquín (enfermería) para controlar su evolución estaban a mi cargo, como Practicante, y yo, a las ordenes del Capitán, Teniente, Alférez, y otro Médico no oficial militar, Dr, Jaime Chavez. Ellos eran los únicos salvadores de los soldados, en aquellas tierras que llamábamos A.O.E. África Occidental Española.
Considero que el servicio militar es la mejor escuela que el hombre/o/mujer debe experimentar en su vida adulta. Es la escuela de la educación y el respeto a los demás; donde la persona aprende a convivir con el resto, compartiendo sus modelos de vida y costumbres; donde la solidaridad se hace necesaria y donde todos somos una gran familia que aparca los problemas para dar paso a una convivencia necesaria, obligatoria y a su vez voluntaria.
Pusimos de moda enseñarnos una mano abierta, (no para decir de los 5 goles del Barcelona al Madrid), sino para recordarnos, que los cinco dedos de la mano eran diferentes, pero todos se necesitaban unos a los otros para hacer una buena presa.
Aquello no fue tan bueno para las quintas que nos siguieron en Sidi Ifni. La quinta del 57/58, lo pasó muy mal por culpa de unos rebeldes marroquíes. (ver en Google, historia de un soldado en Sidi Ifni)
Espero haberles distraído un rato.
Jecego.
7 comentarios:
Bueno, bueno Isidro, eras un mozo guapetón:)
Gracias por compartir tus vivecias y recuerdos. Me he divertido con tus ocurrencias.
Agradezco también tus cariñosas palabras en mis blogs, que no tan merecidas. Siempre tienes la palabra adecuada.
Cuidate.
Un abrazo y disfruta este finde
Amiga Katy, cuando miro lo era y lo que soy, le doy gracias al tiempo por haber llenado mi carcasa de tantas cosas buenas como las que tengo.
Familia y amigos a montones y de la mejor calidad, (como vosotros).
Gracias amiga por compartir y ayudarme a leer algunas páginas de tu enciclopedia.
Un abrazo y hasta luego. Jecego.
Wuau!!!!..
Oírte decir que es para ti un honor, que aprendiste, que es buena escuela, que no fuiste desgraciado, que lo pasaste mal en compañía, que todavía tienes amigos y buenos recuerdos, que visitabas a tus damas..
y creo que eso es lo que me habla bien de ti..
de que de tu vida te has quedado siempre con lo mejor, con aquello de lo que puedes aprender... cada día.. y en aquella ocasión lo hiciste... te quedaste con lo positivo, por eso vuelvo a tu blog..
por que lo positivo, el amor, los retos superados y por superar..
están en el fondo de tu blog..
y se nota...
y produce alegría..
a mi al menos.
Un beso Soldado...y por cierto que guapo eras... casi casi.. como un Dios del Olimpo.
y encima sabias manejar esas armas tan peligrosas y que a mi me dan tanto miedo.. por que si no se tiene cuidado con ellas, pueden hacer mucho mal.. mira ahora en egipto, creo que van 30 policías muertos...
Solo un apunte y una sugerencia... seguro que esta historia que has contado con tanta prisa.. podrías relatárnosla con mas calma y con ese punto de poesía que tu tienes pero en prosa..
Ksss
Amiga Estrella, aparte de tu luz, yo recibo la luz del sol y puedo asegurarte por él, que lo pasé muy bien. TODOS mis amigos de aquí, lo siguieron siendo allá, allí, de forma más solidaria, pues todos nos necesitábamos; eramos una familia, eramos complementarios, como los dedos de una mano. Hasta nos nativos eran amigos, nunca tropecé con nadie.
También se podía ir a clases, habían profesores españoles que enseñaban cultura general y los primeros años de bachiller voluntario. También habían talleres de oficios, carpintería y mecánicos; hasta yo di clases a jóvenes que querían hacerse practicantes.
Considero que el cuartel es una escuela por la que todos deberíamos pasar. A mi no me gustaba seguir en el cuartel, en aquella época un Practicante podía ir a la escuela militar y hacerse brigada; pero aunque me invitaron, me gusta la libertad y no acepté, pensaba que ser militar español era un sacrificio muy grande, fuera de mis posibilidades.
Amiga, esto se está haciendo muy largo y tanta distancia de tiempo se me hace un poco gris.
Un abrazo, todavía ahora es San Valentín.
Jecego.
estimado amigo
Magnifico su relato. Estoy escribiendo un pequeñolibro sobre tropas españolas en el Sáhara, me gustaría poder contactar con usted, vía correo electrónico, el mío es colchona2002@yahoo.es. Gracias de antemano por su colaboración
Amigo Anónimo, acabo de leer tu misiva, yo apenas repaso mis escritos y hoy una amiga me escribió hablándome de este tema, por ello pude leer tu mensaje.
Como conoces mi correo, dime lo que quieras saber y lo se, te contaré.
Gracias por tu visita.
Isidro.
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