Iba una palabra volando.
Una boca se quedo abierta
y escapó una palabra cualquiera,
y al ver ese espacio tan grande
quiso volver a su celda;
pero ya para ella era tarde
del viento había sido presa,
se había cerrado la puerta
de lo que había sido su cárcel.
Y se perdió en el mundo infinito
donde tantas palabras se pierden,
y fue compañera de otras palabras
que también se habían perdido;
y siguieron juntas sin entenderse
por ese espacio desconocido,
donde las palabras no tienen nombre
apenas son meros signos.
Aquella palabra sin sentido
que escapó un día de una boca abierta,
es ahora penitente en este mundo
huérfana de una puerta abierta;
y no caerá en el olvido
del ser, que fue su presa,
porque hay palabras que hieren
cuando no está cerrada la puerta;
y brotan sin sentido,
enconadas como flechas,
dejan mal herido al vecino
y al dueño en evidencia.
No dejes que escapen tus palabras
no dejes la boca abierta,
pon las rejas de tu mente
para pensar antes de abrir la puerta;
que no se las lleve el viento,
que sean sabias y concretas,
no las abandones a su suerte
dejando la boca abierta.
Jecego.
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