El viento y la Navidad.

1.- El viento y la Navidad. Diciembre del 06.

En un castillo había una enorme cueva donde se escondía el viento.
Aquel era un viento extraño. Quizá estaba herido por los años, o porque el bosque que le rodeaba, no le dejaba viajar a sus anchas, sin que su cuerpo fuera herido; se sentía amordazado, sin libertad, triste; con esa tristeza que los seres vivos expresan en su cara cuando algo falta en su vida, sin poder averiguarlo, o con miedo de hacerlo.

El viento aparentaba estar sin fuerzas, desfallecido, no era viento, solo era resaca; o quizás estaba tomando fuerza para entrar en otra batalla
Aunque como siempre: todo lo que empieza acaba, salvo que muera en el camino.

Pero en este caso, la vida le sonrió al viento. Pudo salir de su mundo entristecido sin necesidad de usar sus fuerzas. No tenía que herir a nadie, ni romper las ramas de los árboles, ni siquiera estropear los pétalos de las flores; nada malo tenía que hacer para tener un día feliz, en paz consigo mismo y con todos los componentes del jardín del castillo, que se temían mutuamente; el árbol porque hería sus ramas, y el viento porque en sus troncos le herían sus fuerzas.

Ese día del mes de diciembre, una suave brisa penetró por la enorme puerta del castillo, parecía que sonreía, su aspecto era de paz y humildad; mostraba cara de felicidad, de contenta, y quería compartir aquella riqueza y sutil brisa de poniente, que los intelectuales llaman: céfiro (o viento suave y apacible) con todos los árboles del jardín, con los pájaros, y sobre todo con el viento malvado que se ocultaba en su cueva.

Y la brisa lo consiguió, no sé como lo logró, pero lo hizo. ¿Sería su imagen?, ¿su apacible presencia? o ¿simplemente su estructura humilde, sin greñas de violencia como presentaba el viento?, la brisa emanaba calor,- paz, - sentimientos -; envolvía todo a su alrededor, y hasta derramó amor y consuelo, acariciando con la seda de su estructura impalpable, gaseosa, a todo lo que había a su alrededor; casi parecía la aurora boreal más que una brisa; yo creo que se asociaron las dos cosas, y se formó lo nunca visto: “una brisa boreal” no lo sé, pero el viento se rindió a los pies de la brisa, en silencio, con humildad, mas bien parecía un cordero en vez de un fiero león .

Ese día, todo fue PAZ y alegría en la cueva del viento, donde por primera vez durante la noche, lucieron las estrellas y fue una Noche Buena; y al siguiente día, un refulgente sol, creó el Día de Navidad; - que trajo una fugaz primavera al jardín del castillo, abundaron las flores y aves; todos los bosques lucieron sus mejores galas para hacer felices a todos los hombres, mujeres y niños del mundo.
El cielo había hecho una copia del jardín en el mes de abril y la envió con la brisa.
Hoy, gracias a “la brisa suave de poniente” llegó la paz y la felicidad en forma de NAVIDAD, que durará una eternidad en el castillo y en el mundo.

Gracias a la “brisa boreal”por traernos la paz: decimos todas las persona de buena voluntad…y yo particularmente, por encontrar la mía.

Jecego.

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