Sueño que soñaba. 15/02/09.
Que con cada beso que te daba, sonaba la campana
de la Iglesia de San Pedro, que como vigía,
vigilaba mis movimientos, andanzas y fechorías
para evitar el trenzado abrazo que encendiera la llama.
Y se acercaba a mí con su sombra, hasta someterme
a su voluntad, llevándome como hoja seca el viento,
anulando mi fuego y hambre de besos, tendiendo
una red con su sombra sobre mi cuerpo ya inerme.
Mi cuerpo ya sometido al deseo de la campana
llorando fuego y rabia por mis labios heridos
escupía los besos perdidos en aquella batalla;
es inútil, pensé, seguir luchando con la suerte
de la campana que está muy alta y puede verme
y hacer sonar su badajo en el hueco de su bronce,
cada vez que te bese.
Jecego.
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