Dos que se aman.

Se miran y se entienden como si hablaran
y ese silencio se hace río desbordado,
llevándose todo lo que encuentra a su lado
a lo profundo del mar de la nada.

Esa mirada que se repite a sí misma
se va haciendo torrente caudaloso,
haciendo del amor tanto gozo
que el alma se quiere y se mima.

Dos cuerpos que se funden en uno.
Ya casi no se miran; sus parpados se cierran,
sus corazones que quieren latir al unísono
se multiplican dando música a la tierra.

Bastarían unas palabras que lo dijeran todo
pero prefieren hablar con la boca cerrada,
dejando que el corazón responda
al mensaje mudo de la mirada,
que es donde se encuentra el amor
que huye del mundo de las palabras.

Jecego.

No hay comentarios: