Cuando el sol caía en el ocaso.






















Cuando la luz del sol ya apenas era penumbra,
cuando su luz tardía se convertía en crepúsculo,
cuando callaron los pájaros y apareció el búho,
y empezaba el arrullo adormecido de las sombras;

llegó el murmullo adormecido de dos enamorados
acurrucados en sus brazos y zozobras,
dando rienda suelta a sus sentimientos
en la intimidad más absoluta de sus horas.


El tiempo se hace efímero en su tiempo
el reloj no marca sus horas de ensueño,
cada uno quiere ser del otro su dueño
metiéndolo en su espacio vacío;

con deseos de ser un solo cuerpo
inmerso en una noche sin sentido,
dejando que hablen sus cuerpos
que están en un abrazo fundidos.


Así pasaron las horas
aquellos cuerpos rendidos,
que habían olvidado al mundo
en una noche sin sentido;
luego, llegó la luna con su manto
para cubrirles del intenso frío.


Anónimo.
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