Hoy me quito mi ropa.

Hoy me quito mi ropa,
quiero que me bañe el sol,
mi piel harta de  frío lo reclama,
pero este astro se esconde lejos,
me ignora, y quedo al aire y sin ropa
rompiendo mi sueño en mi cara;

al ver la mañana creí que calentaba,
que el día iba a ser calentito y bueno,
pero me equivoque, se rompió mi sueño,
me quede sin capa, tiritando,
en este día que me convenció
para calentar mi piel helada;

nada es lo que parece,
todo es todo, y nada,
todo se pierde en la noche de los tiempos
y se repite cada mañana.

Mañana me abrigaré bien abrigado,
y no haré caso a la alborada;
mañana me cubriré como si helara
sin mirar a esas nubes que me engañan.

Jecego.





Nunca es tarde si la dicha es buena



Nunca es tarde si la dicha es buena.

Cuando la ausencia se hace luz
todos los rincones se llenan de sombras,
todas son la misma imagen ocluidas
en aquel rincón que las cobija y esconden;

se miran sin verse como siempre,
se piensan pero no se sienten,
cada una sigue oculta en su noche
esperando la luz que les despierte;

y pasan las horas, los días, el tiempo,
hasta que un momento les da la vida;
se asoman, se miran y se ven acompañadas
volando en alas de su juventud perdida
en su vida de sueños, que creían olvidada.


Jecego.

Hola preciosa luna


Hola preciosa luna,
tu belleza me encanta y embruja;
te miro en la noche oscura y siento
en mi alma ese silencio que me abruma,
ese resplandor que me acaricia,
esa voz sin eco que se queda en mí oído
como si tuvieras alma, en tus brumas,
y compartirla conmigo quisieras;

te siento, luna lunera,
te siento junto a mi, como amiga,
me siento cobijado en tu bruma
al calor de tu suelo por el sol diferido,
como un sueño perdido
entre pedruscos muertos en los siglos,
que dejaron de ser quimera
y nos venderán pronto los chinos.


Jecego.

Adios Navidad.

Adiós Navidad.

He vito llorar  la noche vieja,
le he visto irse en amargo llanto,
yo que la quise y quiero tanto
muero viendo como se queja y se va.

Día y noche son veredas del viento
del aire que les lleva y respiran,
dueñas absolutas de la vida que aspiran
tener ocupando una parcela de tu tiempo.

Adiós día, que te vas y me dejas
pensando, que es la vida:
si voz o silencio,
si noche, o es día….
o una ilusión, nada más.


Jecego. Martes 25 de diciembre del 18.

Un día luminoso con memoria gris.



Un día luminoso con memoria gris.

Hoy vi un árbol sin hojas,
y lo consideré un retrato de mí;
tan triste me sentí, al verlo tan pelado
que me acordé de Sancho y Don Miguel
representando el Quijote, en La Mancha;

fue cruel mi pensamiento
pero tan convencido estaba
que llegue a ver con mis ojos
las aspas de los molinos,
en sus desnudas y grises ramas.

Nada es del todo verdad,
tampoco es mentira total,
todo es el fruto de un momento
visto a través del cristal,
con que se mira;

el árbol sin sus verdes hojas, es gris,
así fue mi momento, gris como el árbol,
cristal con que vi el momento aquel,
fugaz como el tiempo que se fue solo
y me dejó ese recuerdo cruel.


Jecego. Lunes 10 de diciembre del 18.

Mi tierra, Gúimar.




Deseo compartir contigo
el árbol prodigioso de mi memoria;
podaré todas mis ramas infértiles,
y te daré aquellas que aún no han florecido
donde guardo las yemas
que no han visto el sol,
y sean tus ojos
los primeros soles que las vean;

compartiré también sus capullos,
sus perfumes, sus colores,
y aquellos mimos que revolotean
como mariposas sobre las flores;

quizá pueda reglarte alguna palabra que no hayas oído;
un poema quizá, un abrazo, un suspiro,
o una frase suelta, perdida,
buscando su nido en tu silencio.


Jecego, sábado 24 de noviembre del 18.
Nuestra memoria.

Si tenemos memoria es porque llevamos en nuestro interior ese niño que nos recuerda nuestra infancia; todos recordamos nuestro pasado porque ese niño nuestro, nuestro otro yo, se ha librado en parte del borrador de nuestra historia y cuenta en nuestro nombre aquello que el tiempo nos va quitando o nos ha quitado; a veces contamos cosas que ya habíamos olvidado, porque ese niño inocente que llevamos dentro nos lo trae al presente; se dan casos en que alguien que en su juventud nunca supo de amores verdaderos, al llegar un momento propicio, en  su madurez sale a disfrutar de lo que nunca había sentido, y fuera de lugar y tiempo, con la ansiedad guardada por mucho tiempo, disfruta a tope y cuanto puede, de esos acto que en su tiempo no pudo satisfacer, por faltarle esa parte del placer que no había encontrado, de la mano de ese niño que estaba dormido en lo más profundo de su ser, su otro yo, esperando el momento de ser protagonista de la felicidad de un tiempo pasado, dormido, ausente de tiempo, pero no muerto, y hace la luz en aquel tiempo que fue solo oscuridad.


Jecego. Sábado 17 de noviembre del 18.

Así es la vida.

Así es la vida.

Somos principio y fin de nuestras vidas,
resultado de dos amores que se han unido,
hijos de Dios en amor fundido en dos células
en las que el Señor infundió su amor
por sus hijos;
donde un corazón late con nombre propio,
independiente de todos, universándose
en todos los sentidos,
haciéndose libre y responsable de sí mismo,
hasta cumplir su destino, o llegue la noche,
que se lleve su vida.


Jecego. 14 de noviembre del 18.