Así es la vida.
Somos principio y fin de
nuestras vidas,
resultado de dos amores que
se han unido,
hijos de Dios en amor fundido
en dos células
en las que el Señor
infundió su amor
por sus hijos;
donde un corazón late con
nombre propio,
independiente de todos,
universándose
en todos los sentidos,
haciéndose libre y
responsable de sí mismo,
hasta cumplir su destino, o
llegue la noche,
que se lleve su vida.
Jecego. 14 de noviembre del
18.
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