Una rosa a otra le decía
nacimos en una amanecer,
para morir en una tarde
fría;
corta vida nos dio el
tiempo
cuando solo separa un momento
entre nacer, marchitar, y morir.
Este instante que el
tiempo matiza
en su primavera de
colores,
es el tiempo que necesita
una rosa
para ser primorosa, y
luego morir.
Yo traslado al hombre esa
fábula
tan imaginaria como
cierta, y digo:
hombre lleva contigo
conciencia
que naciste para morir,
sin tiempo;
que la vida es solo un
momento
que dura lo que dure tu
vida.
Que la rosa sabía lo que
decía,
y explicó con su vida, con
su tiempo.
Jecego.
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