Amanecer soleado en la Dehesa.



Por el Pico Cho Marcial
la fría nube se va al norte.
El monte se queda limpio
de telarañas de nubes.

Las parras miran al sol
abriendo sus incipientes brotes,
de relucientes esmeraldas
henchidas con sus primeras flores.

Precioso el cielo azul
salpicado de nubes blancas;
una suave brisa cálida
acaricia los sarmientos calvos,
y brotan sus senos primorosos
de donde saldrán sus ramas,
con sus hojas y flores
madres de frutos sabrosos       
regocijo de paladares sabios.    

Yo amo este archipiélago
nacido en el Atlántico,
disperso en sus aguas
a la sombra del Teide alto;

rey insigne de las Islas            
cerca del cielo lejano,
que tiñe de azul las aguas
de nuestro océano atlántico.

Sus brazos son sus laderas
sus heridas, los barrancos,
donde la uva es de riego,
y la de sequero
los terrenos altos;
y entre ambas las medianías
nacidas en sus laderas pardas.
       
Nubes blancas de recuerdos 
de aquel cielo a su paso,
que guardaremos en la memoria
como humildes gregarios;
cultivando viñedos de altura
a la sombra de nuestro Teide solidario.


La memoria es aquello que quedó
de un acontecimiento pasado;
de aquello que murió cuando empezaba
a ser realidad sin lograrlo.....
ya maduro y pisado, aquel fruto 
negro o dorado, es caldo primoroso
al paladar al mundo largo y ancho.

Vinos del Valle de Güímar
el mejor caldo de España
y más allá, donde lo haiga..

Jecego.



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