Nepal, 2.
Mudo me he quedado al saber que fuiste ayer reserva preciosa, y memoria del mundo; y oír lo que hoy dicen de ti, después del terremoto: ruina, muerte, hambre, cementerio, llanto, plegaria, grito y silencio a la vez. Luz y noche fundidos.
Ayer te hablaba con la admiración que nos produce la belleza de tu tierra, y los monumentos que labraron en ella los hombres que supieron labrar tu piedra y murieron labrándola, como huella de su paso y cultura.
Hoy buena parte de aquella majestuosa obra, ha sucumbido acompañando a aquellos seres hijos de sus hijos, de sus hijos, de sus hijos, que fueron continuadores de la historia de sus abuelos. A todos se les acerco el punto final al mismo tiempo y convirtieron su suelo en escombrera y cementerio a la vez.
¡¡Que diferencia de ayer a hoy!!. ¡¡Que diferencia entre dormir y soñar. ¡¡Que diferencia entre vivir o morir!!
Nepal, no te vamos a llorar como vencido; te ensalzaremos por lo que fuiste, por el valor que demuestras en esta gran batalla, y por tu huella que nada ni nadie podrá borrar de tu piedra, de tu historia, de tu fuerza ni de tu nombre.
Jecego.
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