Canto a una rosa.
Rosa, blanca, amarilla o roja,
no te escondas detrás de tus espinas,
no tengo miedo a la muerte
y te asaltaré donde te escondas
por tenerte a todas horas, siempre.
Que con verte el sol me alumbra,
teniéndote la pasión me embarga,
y mi fuerza rompe las cadenas del miedo
que tengo a tus espinas
que convierto en dócil seda blanca;
y atravieso con mis manos
entre el terciopelo de tus ramas;
y traigo esa flor tuya que amo, aspiro tu aroma,
doy gracias al cielo y mirándote, le pido:
me perdone por amarte tanto.
Jecego, 21/02/17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario