La palabra y el
mensaje.
Amigos, me he dado cuenta que para escribir hacen falta
palabras que digan lo que uno quiere decir; pero a la vez observo que faltan
muchas palabras que no quieren o no pueden salir de su cárcel humana para decir
lo que uno quiere; - y ahí está mi dilema, como escribir lo que siento, si
luego no encuentro la forma de enhebrar mi pensamiento con lo que escribo.
A veces uno quisiera escribir cosas bellas que guarda en su
pensamiento-
pero cuando traduce su pensamiento a palabras se desanima, y
se arrepiente de haberlo hecho, -lo que
ha escrito no dice lo que quería decir, ni es tan hermoso, ni tiene el
sentimiento que llevaba implícito el mensaje; -se siente defraudado por su ego;
las palabras que quisieron ser portadoras del mensaje fracasaron, porque les
faltó el calor, la emoción y el cariño que uno tenía dentro, porque la palabra
a veces no es exacta a nuestro deseo y se pierde por caminos próximos, pero
alejados de nuestra meta.
En otras ocasiones el escritor es más afortunado y toma del
viento esas palabras que esquivas, van perdidas, diluidas en la brisa y sin
querer se le hacen asequibles y ponen al alcance de la mano y arreglan algún
desaguisado, dando hermosura a un tema que no tenía buena pinta.
Otras veces yo me pongo en su lugar buscando un orden y
cuando creo que lo he encontrado, me han dado ganas de salir huyendo de la
frase por lo incomodo que encuentro y lo poco que pinto en ella.
Por eso amigaos les digo: que es bonito escribir cuando las
palabras se ponen de nuestro lado; y no tan bueno, cuando las indicadas salen
huyendo.
Un abrazo. Jecego.
3 comentarios:
Jesús,
Me gustó lo que te escribí en el face y lo transcribo...
Eres bueno lazando palabras que galopan en el cielo.
Sentimientos alados y furtivos.
Deseos que relinchan en los corazones oprimidos.
Yo, disfruto leer lo que escribes.
Saludos,
Amiga, me alegra que seas constante en tus decisiones, eso denota madurez, pero no dejes que la pasión vaya por delante de ti, puede desbocarse como un caballo y arrastrarte; todo tiene un límite que llamamos prudencia; sobrepasarla nos acercaría al egoísmo, lo más cercano a la imprudencia. Me encanta escribirte como si fueras mi nieta. Un abrazo. Jecego.
Muchas gracias !
Lo tomaré en cuenta.
Saludos!
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