Mis letras llegan a ella sin equivoco.

Es posible que todos escribirán mejor que yo, y me alegra
pero se que ninguno le dirá lo que le quiero decir yo a ella;
porque mis palabras torpes y sencillas llevan de mi un germen (sabor)
que solo percibe ella entre millones de voces y cálidas letras
escritas con plumas de oro, con tinta de sangre y papel de colores.

Jecego.

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