Dedicado a Francisco Díaz. Un viejo amigo.

                                                          Foto del Malpaís de Güimar.

Mi viejo amigo salio de su cueva,  una cueva que él había creado con su tiempo; a su regreso a la puerta, nuevamente había visto la luz,  aunque ya era tarde para su cuerpo encorvado, frágil y lento; blanqueado por la sombra de su hábitat. 
Aquel lugar, la entrada de su casa, era casi desconocido para él; a la sombra de la ladera habían crecido árboles jóvenes que daban color al paisaje- Los pájaros cantaban sus alegrías al viento que se llevaba su música, pero ellos seguían revoloteando a su alrededor saltando de rama en rama, rompiendo el silencio del lugar, acompañándole, celebrando sus alegrías por su presencia..
El anciano solo podía ver y pensar; vivía solo y ya había perdido la costumbre de hablar. Absorto en su medio, estaba encantado de volver a la puerta y ver cuantas cosas nuevas habían nacido y crecido en su tiempo perdido, en aquel oscuro y solitario lugar, su castillo, durante toda su vida;     dio unos pasos más y vio a muchos animales correr y volar; se fijó en un águila que le sobrevolaba y dijo:   Señor, dame una parte de Tú Omnipotencia para seguir viviendo y disfrutando de este paraíso; y el Señor le dijo: ven conmigo y te la daré toda.           El viejo habló y voló, y volóoooooo, sin dejar de hablar con el águila que le transportaba sobre sus alas, y desde las alturas decía sin cesar: gracias Señor, graciassssssssssss

Jecego 

4 comentarios:

Regina Castejon dijo...

Bello cuento, creo que algunas veces, nos encerramos com tu amigo, levantamos muros, y se nos olvida ver que hay cosas bellas, por las no debemos encerranos, me gusta da mucho para rflexionar, miles de abrazos

Katy dijo...

Creo que a tu amigo le gustará esta
bella dedicatoria. Seguro que en su retiro, éste anciano volaría con su imaginación, pero por otros lugares en dónde perdió parte de su historia.
Quién pudiera volar así de alto.
Bss y feliz semana

Sneyder C. dijo...

Hola Isidro hace tiempo que no pasaba por tu espacio, y ha sido hermoso el poder leer tan bello cuento.
No vivamos encerrados en nosotros mismos, afuera hay amigos un mundo para vivirlo ....
Bella reflexión.

Un cálido abrazo

Loly Díaz dijo...

¡Muchísimas gracias por tus palabras, Jesús! Ten la seguridad que desde el cielo mi padre estará emocionado y orgulloso de haberte tenido como un gran amigo en su paso por este mundo. ¡De corazón, nuevamente, mil gracias!