Serena verdad.


Hay un momento, un rayo en rabia viva,
entre abismos del ser que se desgarran,
en que Dios se hace amor, y el cuerpo siente
su delicada mano como un peso.


Hemos sufrido ya tanto silencio,
hemos buscado, a tientas, tanto; estamos
tan cubierto de horror y de vacío,
que, entre las sombras, su presencia quema.


Grandes dolores, con su hambre inmensa,
nos comieron las ansias; mas ninguno
es como tú, dolor de Dios; león
del hombre; hambre inmortal; sed de siempre en vilo.


Pero, de pronto, en un desmayo íntimo,
en un instante interno, eternizado,
nace el amor, irrumpe, nos levanta,
nos arroja en el cielo, como un mar.


Somos pasto de luz, Llama que va
vibrando, en el vaivén de un viento inmenso;
viento que sube, arrebatadamente,
entre frondas de amor que se desgarran.


Ah, ya el cuerpo, la alcoba rosa y cálida
cuerpo de la mujer, alma de oro, 
en evidencia pone a Dios; le veo
encarnado, hecho dulce criatura.


Y este río que pasa siempre y nunca,
y esta selva ignorada que me acoge,
son, sobre abismos milagrosos, sueños
de Dios: eternidad que fluye y queda.

Busqué y busqué. Mis manos sangran niebla,
tropezaron con llambrias y galayos,
se me abrieron, llagaron de infinito,
pero todo fue en vano,. Te evadiste.


Llegué a odiar tu presencia. Odiemos, dije,
al inasible. ¡Ah, sí!. Pero el suplicio
se hizo mayor. Mi sed ardía sola.
Como una ola, me anegaste tú.


Y fui llama en furor. Pasto de luz,
viento de amor que, arrebatadamente,
arrancaba las frondas y las iba
subiendo, sí, subiendo hasta tu cielo.


Allí, mecidas, en vaivén de céfiro.
en finísima luz y aguas de oro,
gozan de paz, parecen que te miran,
oh serena Verdad, con mis dos ojos.


Autor: Blas de Otero.
Publicada por Jecego

1 comentario:

Jacque dijo...

Interessante Poema... forte...


BEIJOS
BESOS