Amor es una palabra

Amor, es una palabra que habita en el hombre. 

Lástima que al amor no se pueda ver

ni tocar con los dedos;

que no tenga imagen ni sonido

y sin embargo se puede sentir;

su morada es el hombre

donde se instala y consume.

El amor es el vaho cálido y perfumado

que exhala el alma de los enamorados:

es la roca invisible que une la tierra al cielo,

que ocupa todo el espacio para hacerse eterno,

que fija las almas de dos cuerpos

haciéndolo solo uno, etéreo, en silencio.

El  amor anida en la memoria del hombre

donde guarda sus momentos secretos.

El silencio es su lenguaje común

donde hablan los ojos, los ojos del cuerpo;

porque los ojos del alma se han cerrado

para no perder ni un momento,

dentro de aquel mundo infinito

ocupado por dos cuerpos.

Aquella morada donde se guardan

los secretos del alma,

se llama memoria, una veces buena

y otras, lejana y mala…

pero solo le ponemos nombre

a las que nos acerca a la llama

de los momentos felices

que hemos vivido en la sala.

El amor es la flor que se aferra a la rama,

es el perfume de una rosa temprana,

es la música de la brisa en la cañada,

el baile de la nube y el viento en la ventana;

el amor es la conjunción de muchos elementos

que se guardan en silencio, sin palabras,

como tesoro en la memoria, para vivirlos,

y recordarlos, sigilosos, mañana.

Jecego.