Te imagino, 5.

Sé tan constante como el salmón.



Imagino al salmón abandonando el mar
en su despedida del agua salada,
iniciando su marcha a desovar
en la laguna dulce de la montaña;

mira atrás, y con nostalgia le dice al mar
me voy a comenzar mi hazaña,
de remontar el río, hasta el agua mansa
de la laguna donde nace, en la montaña;

el mar le mira y despide cariñosamente 
y en silencio baja sus  olas sobre la arena,
accaricia su lomo y complice de su perdida
queda llorando de pena, el final de su vida.

El salmón parte y luha contracorriente
sorteando alturas y salientes rocas
y salva como puede a osos y pescadores

son muchos los que se quedan en el camino
tambien, muchos los que llegan y desovan
los huevos que se luego serán sus sabios hijos,

que sin conocer el camino volveran
por el mismo que atravesaron sus padres
para repetir la azarosa historia de sus vidas.

Imagino un río que baja de la montaña

y sus rocas azotadas por la corriente,
el descanso, lagunas o nacientes
donde toman reposo tus aguas.




Ese será su destino, en las alturas
desde donde sus hijos regresarán,
hasta ese mar donde crecerán
para regresar de nuevo a la laguna.

Jecego.