El Sol, y el cielo perdido.

El Sol, y el cielo perdido.

Yo fui un sol, dueño de un cielo
con muchas estrellas a mi alrededor,
las cultivé como perlas con esmero
pero fueron abandonando mi calor;
ahora, solo, triste y viejo,
muero de pena, angustia, y dolor.

Es muy triste vivir como vivo
viendo llegar mi dolor,
todas mis estrellas partiendo
a su triste ocaso, Señor:
dejando en mi pecho el resplandor
de aquellas estrellas que cuidé:
como perlas, o diamantes; con mi sudor,
dejando mi pecho vacío; sin más que perder.

El viento, arranco de mi pecho su fragancia
el sol, secó en mis venas su savia,
la noche, oscureció mis días
y el silencio, arrancó mi alma;

Torpe he sido en silencio, en mi mundo, en mi nada,
nunca tuve nada para mí, lo compartí todo,
y ahora cuando mi vida se acaba
todo me abandona: mi suerte, mi sol, mi noche, mi alba.

Ya el sol descendió a mi arena
con sus rayos, calienta mi playa,
el mar se acerca y la acaricia
para que yo ponga mis plantas.

Sueño cruel, no castigues más mi pecho,
deja descansar mi alma,
que si no me ha salido bien, lo que he hecho,
seguro que al despertar, lo mejorará mi sombra;
porque el poderoso león ha muerto,
sin llevar nada entre sus garras.

Y allá en los incógnitos mares
pescaré con anzuelos y mis canas
a la luz de la luna plateada;

que iluminará las arenas de mi playa
y talvez me acompañe una sirena
que esté por allí, ejerciendo de aya.

Jecego.

No hay comentarios: