El huracán en Güimar.

El huracán en Güimar.

Los cipreses siempre han sido árboles de cementerio, siempre fueron monumentos funerarios, guías objetivas del lugar sacrosanto; pero ahora tenemos en Güimar, después del huracán, un cementerio de cipreses, ya que el fuerte viento de unos 200 km./h, los acostó junto a sus muertos, quizás ahora, pasada la tormenta, se pueda decir: que tranquilos están los muertos con los cipreses acostados a su lado; porque antes en su perspectiva horizontal, los veían muy altos, muy lejos, quizás más pendientes de los aviones para saludar a sus gentes que de acompañarles en su reposo. Ya dejaron de ser sus guardianes; ahora son sus compañeros muertos en la batalla de la vida y como siempre la muerte en batallas se justifica con la presencia de un ejército dirigido por un dictador; en esta ocasión un huracán provocado por grandes emanaciones de calor y humo que tiene como resultado el recalentamiento de la tierra. El ejército que provoca los humos somos nosotros mismos, toda la humanidad, y el dictador ¿Quién será? Estamos acostumbrados a buscar un culpable para todo y creo que en esta ocasión también lo encontraremos. Pero, ¿hallaremos soluciones? O seguiremos buscando culpables. Parece ser que obtenemos mejores resultados buscando reos que soluciones. No nos vale de mucho tener un cráneo grande, porque la masa encefálica no ha crecido lo suficiente como para distinguir lo bueno de lo malo; si por bueno tenemos que sacrificarnos seguiremos haciendo lo malo.
No somos el día ni la noche, solo somos nuestra propia sombra, que unas veces nos sigue y otras nos enseña el camino, depende del sol.
Yo solo soy aquello que les falta a algunos de mis amigos y le sobra a otros; por eso no hablan bien del que piensa como; pero yo me quiero así; porque tengo lo que les falta a ellos: tiempo para madurar. Cuando pase algún tiempo, me verán con otros ojos. Y a mi solo me importa el final.
Siempre he sabido esperar y lo seguiré haciendo.
La fruta solo es dulce cuando madura, y necesita su tiempo.

Hazle caso a tu corazón, no te pares, y como él, sigue caminando; el tiempo no es buen compañero y no se parará a esperarte; te dejará botado en el camino y seguirá hacia su destino. Cuando tu corazón se pare ya tendrás tiempo para descansar.
Yo no soy perfecto, si lo fuera, no podría reconocerme, dijo un sabio.
Soy lo que soy, lo que tu vez, un ser con mucho tiempo.
Igual que los muertos sabré esperar.

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