Tierra única, sin par, solitaria y hermosa
que sirves de apoyo al mar océano,
de espejo: al sol. la luna y las estrellas
y de refugio al siroco que llevas dentro;
cuando brotaste del fondo del mar
arrancaste sus arenas como trofeo,
a ese mar del que fuiste parte un día
y ahora luces como premio.
De tu victoria sobre las turbulentas aguas
trajiste esas arenas arrancadas al desierto;
y aún escondes en tus entrañas, el fuego
de ese volcán que llevas dentro, y te sacó
de aquella cárcel que fue el océano;
hoy quieres compartir tu cambiante suelo
con los hombres de todas las razas,
que quieran acariciar con sus plantas
las arenas que sacaste del mar profundo:
pidiendo perdón al sol, la luna y al cielo
por hacer común el recreo del hombre,
con su espejo.
Jecego.
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