No
hace frío, llueve y huele a viento.
Mi
cielo está gris, está triste, con ganas de llorar,
quiere
decirme algo pero le da pena,
quiere
decirme: soy agua mansa y vengo a regar
todas
tus semillas para que corra por tus venas
toda
la gloria del cielo que has plantado,
pero
se ha callado y empezado a llora.
No
hace frío, llueve, lloverá a cántaros ahí fuera;
aquí,
a la sombra de mi cielo gris la veré caer,
mi
cielo tiene ganas de llorar y no le voy a dejar solo
me
asomaré a mi ventana y llamaré por si quiere
acompañarme
y ver por la calle, sus lagrimas correr.
Quiero
ver como pasa el mal tiempo,
como
sin inmutarse nos devora con sus dientes
de
agua, viento, rayos y truenos, y tan campante
nos
mira de reojo e inmutables, impasible,
dejando
sus excrementos en el patio y en la calle.
No
hace frío, pero a su paso, nos hace temblar,
quizá
sea de miedo; que también se tiembla;
el
agua tan mansa y apacible, también tiene su rabia
y
cuando se ponen de acuerdo sus moléculas y enarbolan,
rompen
el silencio, y sus olas, la mansedumbre del tiempo.
No
hace frío; pero huele a tormenta.
Jecego.
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