Todo es música a mi oído,
cuando llueve.
A la orilla del barranco de
Guasa
desde el puente que lo
atraviesa,
oigo pasar el viento
de paso a la playa;
en busca de soledades amigas
en las frías aguas de las
bajas.
Esperaba ver pasar agua de
lluvia,
quería que agua del cielo me
salpicara,
pero el viento se llevó la
nube
con el agua a cuesta; más
allá de mi cara.
Y me quedé sin agua con el viento
en el puente de Guasa,
escuchando su música sin
acordes
con sus greñas alborotadas,
pasar ante mi cuerpo herido por
su aire
canturreando sus cantares y
chorradas.
Así se fue mi mañana
la tarde lleva el mismo rumbo
y no puedo decir al mundo
que he visto pasar el agua;
cuando se acabe el viento
si en algún momento acaba,
ya me habré ido del puente
con la nariz congelada por
cierto;
él seguirá su camino hasta la Bajas ,
para vestirse de blanca
espuma
sobre sus azules aguas
saladas
de esa mar enarbolada de
miedo;
repartidas como motas de
algodón,
falsas gotas de agua,
mientras yo, espero en el
puente
a que la lluvia moje mi cara.
Jecego.
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