El mar también habla.
Cuando un lago es el espejo donde te miras
y un mosquito mueve el agua que te imita,
todo tu imperio se modifica en un instante,
se hace silencio triste que llora y grita
sobre el lago, tu espejo, que se
desborda
y corre montaña abajo, buscando donde quedarse;
se hace torrente que canta en su camino,
canta como canta el agua cuando se ve libre
de las orillas que le guarda y salta de piedra en piedra
como loca; canta cuando choca y se lleva la roca
que quiso ser obstáculo en su camino,
antes de ser de nuevo, charco y espejo, para mirarte.
Ahora ya en mis orillas, dijo
el mar,
calma tu ímpetu y descansa sobre mis arenas;
endulza mis aguas saladas con lágrimas de tus penas
y hazte mi amante mezclando tus moléculas con las mías
sobre mis arenas cálidas como la felicidad misma.
Jecego. Jueves 21 de julio del 16.
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