Saber amar.
A veces suena la flauta por casualidad,
otras, no suena ni soplando,
el torbellino de viento pasa de largo
sin que suene y derrama sin piedad;
después, sin sonido la flauta, y perdido
el viento, la música se hace silencio,
el baile se derrama en el suelo de la sala
y amar se hace necesario en el lugar.
Luego sin música, el silencio se hace colores,
las notas brotan calladas y visten de ocre;
los tambores suenan y hacen magia
que llena los cuerpos que saben amar.
Y por casualidad el silencio se hace voz y canta,
el amor se eterniza en el viento que ama,
y vuela por el mundo en alas de Cupido
con ese aroma a ti, y el sabor dulce de tus notas.
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