Quise hablarle al viento
y no quiso escucharme,
a la lluvia quise hablarle
y el agua me ahogó;
ya vencido por el dolor
de tanto despego sufrido,
volví a donde había partido
a estar solo con mi dolor;
medité y hablé conmigo mismo
sobre la tolerancia de un amigo,
y llegué a la vieja conclusión
que más vale ruin conocido
que bueno por conocer.
Y me quedé en aquel lugar
haciendo de pensador sufrido;
pensar que mañana es mejor que hoy
es un riesgo que hay que asumir,
si quieres seguir viviendo
hay que confiar en el tiempo.
La vida es dulce y suave.
Preciosa en muchos momentos;
pero como incógnita que es,
hay que confiar en el tiempo.
Quizá otro momento sea la clave
de ser amigo, de la lluvia y el viento.
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