Ayer vi una rosa blanca.
Le vi blanca como la nieve
blanca
Inmaculada como gotas de rocío,
de blanco frenesí su vestido
y con brillo de Venus su mirada;
quise que fuera inmaculada,
pero mi sed de ella me
desbordó;
y con más fiereza que seso
ajeé con mis manos sus pétalos
de rosa blanca;
ella no quiso evitarlo,
porque se sentías amada,
acariciaba mi mano con la suya
mientras yo le tocaba;
mientras, algún pétalo cayó al
suelo
pero reían felices los que quedaban.
Hoy volví al rosal,
pero la rosa ya no estaba;
alguien se la había llevado
a otro jardín, mi rosa blanca.
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