Entre los dos, llenamos nuestra estancia de ilusiones,
de sueños, de silencios, de palabras, de nada;
todo estaba lleno de todo; oculto en la noche,
todo era todo, y a la vez, nada, todo olía a ti,
pero no estabas; mis espacios estaban llenos de ti,
y seguía allí, buscándote en la sombra que recordaba
recortada en el alba de mi sueño;
y seguía allí contigo, mirando al alba, que sonreía,
y nos miraba; éramos amigos desde la infancia
ella seguía allí, mirándonos; extrañada de no verte
en la foto de la mañana, pero su caminata era larga
y siguió viendo tantos otros retratos vacíos
de caras conocidas, que se habían ido con la mañana.
y nos quedamos solos, mirándonos, sin palabras.
Jecego.
Este poema lo dedico a una Carmen que se fue delante de mi
ahora, en su santo.
y nos quedamos solos, mirándonos, sin palabras.
Jecego.
Este poema lo dedico a una Carmen que se fue delante de mi
ahora, en su santo.
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